Artículo de Opinión Ciudadana
Calp, destino sin rumbo
El sector turístico sostiene la fachada mientras la gestión municipal sigue buscando el timón de un camino que todavía no ha sabido trazar
Calp ha vuelto a llenar sus playas y hoteles este verano. Todo parece ir bien desde fuera. Pero tras la postal turística se esconde una realidad incómoda: el municipio no recibirá los más de seis millones de euros en ayudas europeas por falta de gestión. Mientras otros pueblos avanzan, Calp se conforma con posar para la foto.
¿Hacia dónde va Calp? La pregunta no es nueva, pero cada vez suena más incómoda. El municipio puede presumir de cifras turísticas, de playas repletas y de titulares que hablan de éxito. Sin embargo, ese brillo tiene truco. Calp no crece porque nadie está empujando de verdad. Quienes sostienen el motor local no son nuestros políticos, sino los empresarios del turismo, desde hoteles, apartamentos y campings a hosteleros y servicios varios que trabajan de sol a sol para que todo siga funcionando pese a la deriva institucional.
Calp funciona, pero no gracias a la política, sino a pesar de ella. El problema es que el turismo privado no puede hacerlo todo, nuestros dirigentes deben empujar. Quizá no falten ideas, pero sí planificación y gestión. Calp se ha quedado fuera de las últimas ayudas europeas, más de seis millones de euros destinados a la necesaria modernización del Paseo de La Fossa, la también urgente renovación de la Plaza Mayor y la construcción de la nueva Oficina de Turismo. Proyectos que no eran caprichos, sino necesidades evidentes para un municipio que vive —y sobrevive— del turismo.
Es duro ver como nuestros responsables públicos se limitan a gestionar el día a día con la misma visión que un socorrista: esperar que no haya olas demasiado grandes. Reina la autocomplacencia. Después de quedar descartados de la convocatoria europea por no alcanzar el mínimo exigido, no hubo explicaciones. Bueno… el concejal responsable escribió un artículo de opinión. Vacío de contenido, donde no explicó nada, como si le hubiera pedido a ChatGPT un texto que lo justificara. En el pleno se limitaron a decir que “si no hay fondos europeos, habrá ayudas de Diputación, de la Generalitat o del Ministerio”, como si las oportunidades se pudieran ir enmendando. Y la alcaldesa, tan dada a los discursos, apenas ha dicho una palabra. Sí, en el pleno expresó que “pase lo que pase, el Ayuntamiento seguirá con sus proyectos”. Tendríamos que saber con que dinero.
La realidad es más simple y más dura: Calp ha perdido entre cinco y siete millones de euros por falta de diligencia. Y, lo peor, es que nadie parece sentirse responsable. Una situación que desnuda un problema de fondo: la falta de visión. Ya no es solo una cuestión de papeleo o plazos, es una cuestión de liderazgo. Mientras en otros municipios las inversiones avanzan, en Calp se llega tarde, se improvisa y se culpa al calendario.
La Nucía multiplica sus infraestructuras con proyectos que atraen deporte, educación y tecnología. Finestrat no deja de crecer, Benidorm consolida su liderazgo y Xàbia se reinventa. Benissa, hasta sin fondos europeos, avanza con criterio con la mitad de habitantes. Calp, en cambio, vive de rentas.
Que haya gente en la playa no significa que el municipio avance. Que se inaugure una rotonda no implica transformación. Que se cuelgue un cartel de “proyecto en marcha” no equivale a gestión. En Calp, se confunde visibilidad con eficacia y propaganda con política. En Calp, el futuro se fía a la suerte, al turismo y a la meteorología.
Si el verano viene bueno, se celebra; si Europa da la espalda, se finge normalidad. Pero el tiempo pasa, los visitantes cambian y los errores se acumulan. Estos fondos europeos eran una oportunidad para dar un salto de calidad, para modernizar infraestructuras y recuperar el pulso inversor. Pero se han esfumado. Y lo peor no es el dinero, sino la indiferencia. Nadie ha pedido disculpas, nadie ha explicado qué falló, nadie ha asumido responsabilidades. Como si seis millones de euros se evaporaran y a nadie le importara.
Calp no necesita más discursos, necesita gestión, visión y coraje político. Hasta entonces, el municipio seguirá siendo lo que ya es: un destino con mucho sol, mucho ruido y muy poco norte. A nuestros dirigentes les pido: atrévanse a coger el timón, no podemos seguir con un destino sin rumbo, sostenido por la inercia y hundido por la pasividad.

Borja Sanz
Publicista y vecino de Calp

¿Hacia dónde va Calp? La pregunta no es nueva, pero cada vez suena más incómoda. El municipio puede presumir de cifras turísticas, de playas repletas y de titulares que hablan de éxito. Sin embargo, ese brillo tiene truco. Calp no crece porque nadie está empujando de verdad. Quienes sostienen el motor local no son nuestros políticos, sino los empresarios del turismo, desde hoteles, apartamentos y campings a hosteleros y servicios varios que trabajan de sol a sol para que todo siga funcionando pese a la deriva institucional.
Calp funciona, pero no gracias a la política, sino a pesar de ella. El problema es que el turismo privado no puede hacerlo todo, nuestros dirigentes deben empujar. Quizá no falten ideas, pero sí planificación y gestión. Calp se ha quedado fuera de las últimas ayudas europeas, más de seis millones de euros destinados a la necesaria modernización del Paseo de La Fossa, la también urgente renovación de la Plaza Mayor y la construcción de la nueva Oficina de Turismo. Proyectos que no eran caprichos, sino necesidades evidentes para un municipio que vive —y sobrevive— del turismo.
Es duro ver como nuestros responsables públicos se limitan a gestionar el día a día con la misma visión que un socorrista: esperar que no haya olas demasiado grandes. Reina la autocomplacencia. Después de quedar descartados de la convocatoria europea por no alcanzar el mínimo exigido, no hubo explicaciones. Bueno… el concejal responsable escribió un artículo de opinión. Vacío de contenido, donde no explicó nada, como si le hubiera pedido a ChatGPT un texto que lo justificara. En el pleno se limitaron a decir que “si no hay fondos europeos, habrá ayudas de Diputación, de la Generalitat o del Ministerio”, como si las oportunidades se pudieran ir enmendando. Y la alcaldesa, tan dada a los discursos, apenas ha dicho una palabra. Sí, en el pleno expresó que “pase lo que pase, el Ayuntamiento seguirá con sus proyectos”. Tendríamos que saber con que dinero.
La realidad es más simple y más dura: Calp ha perdido entre cinco y siete millones de euros por falta de diligencia. Y, lo peor, es que nadie parece sentirse responsable. Una situación que desnuda un problema de fondo: la falta de visión. Ya no es solo una cuestión de papeleo o plazos, es una cuestión de liderazgo. Mientras en otros municipios las inversiones avanzan, en Calp se llega tarde, se improvisa y se culpa al calendario.
La Nucía multiplica sus infraestructuras con proyectos que atraen deporte, educación y tecnología. Finestrat no deja de crecer, Benidorm consolida su liderazgo y Xàbia se reinventa. Benissa, hasta sin fondos europeos, avanza con criterio con la mitad de habitantes. Calp, en cambio, vive de rentas.
Que haya gente en la playa no significa que el municipio avance. Que se inaugure una rotonda no implica transformación. Que se cuelgue un cartel de “proyecto en marcha” no equivale a gestión. En Calp, se confunde visibilidad con eficacia y propaganda con política. En Calp, el futuro se fía a la suerte, al turismo y a la meteorología.
Si el verano viene bueno, se celebra; si Europa da la espalda, se finge normalidad. Pero el tiempo pasa, los visitantes cambian y los errores se acumulan. Estos fondos europeos eran una oportunidad para dar un salto de calidad, para modernizar infraestructuras y recuperar el pulso inversor. Pero se han esfumado. Y lo peor no es el dinero, sino la indiferencia. Nadie ha pedido disculpas, nadie ha explicado qué falló, nadie ha asumido responsabilidades. Como si seis millones de euros se evaporaran y a nadie le importara.
Calp no necesita más discursos, necesita gestión, visión y coraje político. Hasta entonces, el municipio seguirá siendo lo que ya es: un destino con mucho sol, mucho ruido y muy poco norte. A nuestros dirigentes les pido: atrévanse a coger el timón, no podemos seguir con un destino sin rumbo, sostenido por la inercia y hundido por la pasividad.
Borja Sanz
Publicista y vecino de Calp
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