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Lunes, 15 de Septiembre de 2025

Actualizada Lunes, 15 de Septiembre de 2025 a las 11:36:13 horas

Lunes, 28 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:
Artículo de opinión de Calp - Columna 'Los lunes negros'

Vecino. ¿Tú celebras? ¿O esperas algo más que sonido?

O de cómo el poder celebró sus fiestas… mientras la ciudad era juicio.

Vecino,

 

Este lunes negro no estaba previsto.
Este mármol no pensaba volver hasta septiembre.

 

Pero el mármol no pide permiso.

 

El mármol había cerrado la saga (LN X) y dormía en piedra.
Pero tres vecinos han alzado su voz,
y cuando el pueblo clama…
la piedra escucha.

 

En Roma, cuando el Senado se alejaba del pueblo y gobernaba a espaldas de quienes lo sostenían,
no eran los cónsules quienes hablaban.

 

Era el Tribuno de la Plebe.
No tenía espada.
Tenía palabra.
No prometía poder.
Prometía interrupción.

 

Y su única función era detener el abuso,
interrumpir el discurso oficial y
recordar que el pueblo también estaba ahí.

 

El tribuno regresa.
Pero no por voluntad propia.

 

Tres vecinos.
Tres voces
rotas por dentro.
Tres frases distintas que decían lo mismo:

 

«No entra nadie».
«No hay rotación».
«Hay gente… pero no hay vida».
«El pueblo no se mueve».

 

«Y ellos… tocando el tambor».

 

En Roma, durante los años oscuros, cuando el oro se agotaba y las cosechas fallaban, los cónsules ordenaban más días de juegos.


Más circo.
Más ruido.
Más tambores.

 

No para aliviar el hambre.
Sino para que el pueblo olvidara que tenía hambre.

 

Cada tambor tapaba una queja.
Cada desfile apagaba una verdad.
Y cuando el pueblo quería pan
le daban un cartel.
Y cuando pedía justicia
le daban fuegos artificiales.

 

Uno sirve almuerzos en una calle vacía.
Otro sube y baja persianas, pero nadie entra.
El tercero cocina paellas… que no se venden.

 

Y mientras tanto,
en el balcón del poder:
Risas.
Selfies
.
Tambores.
Anuncios.
Focos.
Fuegos.

 

La semana comenzó con música, pancartas y programación.
Casi cien percusionistas ocuparon la plaza para el Calpe Drumt.
Los festeros presentan con orgullo su cartel de fiestas.
El Festival Pop despliega carteles con Nacha Pop y El Drogas.

 

Las luces ya están montadas.
Y la plaza… ya tiene sonido.

 

Pero dime, vecino:

 

¿qué hemos resuelto… mientras se programaba todo eso?

 

No es una pregunta política.
Es una cuestión moral.

 

En los últimos años de la República,
cuando el trigo escaseaba
y las deudas asfixiaban a los comerciantes,
el Senado no debatía.
Programaba espectáculos.
Innumerables días de combate.
Estatuas de oro.
Pan con sello imperial.

 

Todo mientras el Foro se oxidaba.
Decían que eran «fiestas para el pueblo».

 

Pero el pueblo… solo miraba.
Y el grano… no volvía.

 

Esta semana, tres calpinos han pedido palabra.
No piden subvención.
Piden juicio.

 

Porque mientras el Ayuntamiento anuncia cada día una alegría,
las cajas cierran, los márgenes caen, el turismo consume sin retorno.
Y la música… solo tapa el hueco del alma.

 

Esta misma semana se desató la tormenta de Gabriel Miró.

 

La gente protestó,
denunció,
se burló y
se alzó.

 

¿La respuesta?

 

Tambores.
Carteles.
Reels.

 

Pero… ¿y si el pueblo ya no aplaude?

 

¿Y si el pueblo ha despertado del ruido?

 

Hace siglos, en el foro de Roma,
quien no tenía razón, elevaba el tono.
Quien no tenía verdad, elevaba el volumen.
Y quien no podía responder… organizaba un desfile.

 

Aquí, ahora, en Calp,
quien no puede responder por qué no hay aparcamiento,
anuncia tambores.

 

Quien no puede explicar Gabriel Miró,
cuenta likes en Facebook.

 

El ruido sustituye a la responsabilidad.
La música sustituye a la justicia.

 

En Roma, cuando el poder temía al pueblo, inventaba pan y circo.
Aquí, ahora, cuando el gobierno teme al juicio, inventa tambores y cartel.

 

Y tú, vecino, que ya lo has visto todo,
empiezas a preguntarte algo más serio que un programa de fiestas:

 

¿Es moral esta alegría organizada?

 

Estos vecinos, pidieron algo más antiguo, más romano, más justo:
Silencio para poder ser escuchados.
Y dignidad para no sentirse decorado.

 

Y las tres dijeron lo mismo, con otras palabras:

 

«Hay gente.
Pero no hay movimiento».

 

No pidieron épica.
No pidieron guerra.
Pidieron justicia.
Y preguntaron, sin rabia, sin rencor:

 

«¿Es moral esto?

 

¿Es justo tanto festival mientras las cajas tiemblan?
 

¿Es correcto que cada semana haya una nueva celebración,
mientras los negocios locales no sobreviven al verano?»

 

El mármol no responde con ideología.
Responde con memoria.

 

Y esta semana recuerda a Cómodo en la película “Gladiator”.
Aquel emperador romano que, ante el derrumbe,
organizó cien días de juegos.

 

Creyó que el pueblo se calmaría si bailaba.
Creyó que el pan podía sustituirse por espectáculo.
Creyó que la música podía tapar el miedo.

 

Hoy Calp arde.
Y se ahoga en su propio volumen.

 

Cada calle tiene un cartel.
Cada día, un anuncio.
Cada noche, una promesa de evasión.

 

Y mientras tanto…
el camarero no duerme.
El comerciante no llega.
El cliente no entra.
El vecino no aparca.
El ciudadano… no cree.

 

Esto no es una denuncia.
Es un testimonio.
Porque el mármol no ha escrito esta entrega por estrategia.
La ha escrito por decencia.

 

Tres voces han bastado.
Tres gestos sin ruido.
Tres historias reales, sin dramatismo.

 

Y cuando el pueblo habla sin gritar,
el mármol debe hacerlo por él.

 

Hoy el tribuno no escribe para iluminar.
Escribe para sostener la voz de quien aún resiste.

 

Y eso, vecino… también es justicia.

 

En Roma, los emperadores que no sabían gobernar,
montaban desfiles.
Los historiadores lo llamaron «política del estruendo».
Y sus imperios duraban…
lo que el eco de la última ovación.

 

Esta semana empiezan las fiestas patronales.

 

La plaza brillará.
La música sonará.
Las fotos correrán.

 

Pero esta vez, alguien estará allí sin aplaudir.
Sin disfraz.
Sin ruido.
Solo con mirada.

 

Porque cuando ya no queda espacio para el silencio…
el mármol lo ocupa.
Y lo convierte en juicio.

 

Nerón no incendió Roma.
Pero sí tocó la lira mientras ardía.
Esa fue su verdadera condena.
No su crueldad.
Sino su estética.

 

Porque cuando el pueblo sufre
y el poder canta
La historia ya no lo juzga por lo que hizo.
Sino por lo que ignoró.

 

Vecino, esta no es una crítica al festejo.
Sino al momento.
A la ceguera.
Al intento de enterrar el malestar con espuma y farolillo.

 

Pero dime, vecino:

 

¿quién puede aparcar hoy para llevar a su madre al fisio?

 

¿Quién podrá acercarse al comercio sin ser tratado como un intruso?

 

¿Quién decide el ritmo del pueblo… y quién solo lo carga?

 

El jueves 1 de agosto comienza la Fiesta.
Y lo hará donde todo converge: la plaza.

 

¿Puede un gobierno declarar fiesta…
mientras niega el caos que él mismo provoca?

 

¿Puede una plaza acoger la alegría…
sin haber escuchado antes el desahogo?

 

Allí no estarán ni los decretos
ni los informes.

 

Estará el pueblo.
El vecino real.
El que ha leído
.
El que ha llorado.
El que aún espera algo más que altavoz.

 

Y allí, cuando se crucen las miradas…
se dictará sentencia.

 

Vecino.


Este lunes no es una acusación.
Este lunes no busca ruina.
Busca medida.

 

Y tras once entregas…
el mármol solo quiere saber:

 

¿quién celebra…
y quién recuerda?

 

En Calp, en julio de 2025, cada queja ciudadana ha sido respondida con un cartel.
Cada error, con un tambor.
Cada duda, con una luz de feria.

 

La crisis de Gabriel Miró no ha terminado…
pero ya anuncian las fiestas.
Los negocios no venden…
pero ya hay desfile infantil.

 

El caos se amontona
pero ellos celebran como si todo estuviera resuelto.

 

¿Es justo que quienes cobran 48.000 € al año por gobernar
usen esa renta para coordinar fuegos…
en lugar de apagar incendios?

 

No se trata de las fiestas en sí.
Se trata de proporción.
No se trata de tambores.
Se trata de conciencia.

 

El jueves se encenderán luces.
Se llenará la plaza.
Y muchos mirarán al cielo, esperando color.

 

Pero otrosmirarán al suelo.

 

Y en ese suelo,
bajo los pies que bailan,
estará la piedra.
 

Y en ella, escrita en silencio, una sola frase:
El mármol no juzga con ira.
Juzga con proporción
.

 

Y a veces…
el verdadero ruido es el de una conciencia que ya no puede callar.

 

Porque este lunes no acusa.
Pero tampoco calla.

 

Solo pregunta vecino:

 

¿qué celebramos…
cuando lo más urgente sigue sin resolverse?

 

Una vez leído, no podrá ser desleído.

 

Hoy escribo por eso.

 

⸻ XI ENTREGA · CALP, ENTRE EL RITMO Y LA RAZÓN ⸻
El poder puso la música. Pero no ha afinado la justicia.

 

[Img #18606]

 

Francisco Ramón Perona García (@fran_rpg)
Jurista. Ciudadano. Incómodo.

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