El temporal marítimo se ceba con Puerto Blanco de Calpe

Puerto Blanco de Calpe, un puerto abandonado a su suerte, sufrió ayer el azote de una nueva tormenta marítima. Las olas, que alcanzaron cuatro metros, superaron con facilidad el dique de unas instalaciones portuarias vergonzosas. Las ruinas y la basura que se acumula en el que antaño fue un recinto portuario exclusivo, muestran duras imágenes en forma de devastación.

En noviembre de 2020 la Generalitat Valenciana la Generalitat Valenciana hizo público en su plataforma de contratación el acuerdo de la mesa por la que se adjudicaba la reforma y gestión en régimen de concesión de la zona de amarres de Calp, conocida como Puerto Blanco. Tras muchos años de quejas vecinales, la luz parecía vislumbrarse al final del túnel. El puerto deportivo, se hallaba entonces, al igual que en la actualidad, en un estado de extremo abandono por parte de la administración gestora de los puertos de la Comunidad Valenciana.

Un habitante en un puerto fantasma

Entre toda esta miseria, sobrevive Alfredo Carranza, que ha convertido un viejo velero en su particular hogar.  Su historia, muestra esa parte de la sociedad que, en la mayoría de las ocasiones es invisible para el resto y casi como una prolongación del propio puerto, refleja el desánimo y la dejadez de las diferentes administraciones que deberían hacerse cargo de estas dramáticas situaciones.

Alfredo malvive en su embarcación. Denuncia que ha pedido ayuda pero que hasta la fecha no ha recibido nada.

Desde el interior de la embarcación, separados por el cristal de una vieja escotilla, detalló a esta redacción el no poder atendernos en el exterior, ya que si abría puerta de acceso: “las mantas con las que me tapo del frío se mojarían”, algo que por desgracia, no puede permitirse una persona que lo único que busca es sobrevivir.