Más autoestima, menos riesgos
Por Juanjo Sala, psicólogo de l'Ajuntament de Dénia y la fundación Aepa
A lo largo de los últimos años se viene hablando de un término muy importante para las personas: la autoestima. Un concepto que en ocasiones ha estado usado en demasía y con el que muchas personas han intentado lidiar.
La autoestima, y sin entrar en tecnicismos, la podríamos definir como “el conjunto de creencias, percepciones, evaluaciones y pensamientos que tenemos acerca de nosotros/as mismos/as, la valoración que realizamos basándonos en nuestras experiencias”.
Para que se conforme la autoestima, deben intervenir distintos factores, como los personales (por ejemplo, la imagen física), las personas importantes de alrededor (madres, padres, hermanos/as, amigos/as o profesores) y el entorno social en el que se vive.
Ser capaces de mantener una autoestima estable, equilibrada y sólida no es una tarea fácil. En muchos momentos de nuestras vidas, ésta puede verse perjudicada por distintos factores, tanto propios como ajenos.
Está comprobado que tener una buena autoestima es signo de una inteligencia emocional bien trabajada y del acopio de unas buenas habilidades sociales y de competencia. Ahora, si hay carencia en estos aspectos personales, probablemente la autoestima sea baja y pueda complicar ciertas esferas de la vida de la persona.
Una etapa en la que la autoestima está muy oscilante es la adolescencia, en dónde esas carencias y su, en muchas ocasiones, baja autoestima, les pueden llevar a tomar malas decisiones.
Por eso es importante que hablemos de un punto importante al que deben hacer frente: la relación “tóxica” que se puede generar entre la autoestima y las adicciones.
En la adolescencia, uno de los aspectos más vitales es poder encajar con los iguales y, en ocasiones, por querer formar parte del grupo, deciden experimentar con determinados consumos llevados por la conocida presión de grupo. Una persona con baja autoestima, será candidata a dejarse llevar por los demás.
Después de este primer paso, pueden llegar a la siguiente fase en la que consideran el consumo de drogas como una vía de escape y de superación de su baja autoestima.
Y no solo debemos fijarnos en el consumo de sustancias, también debemos poner el foco en la “huida” de la realidad que muchos adolescentes hacen a través de los videojuegos o las redes sociales.
Estos acercamientos se pueden quedar en simples coqueteos o, si no nos ponemos en marcha raudos, llegar a ser un problema de salud (tanto mental como física) llamado adicción.
Desde la UPCCA del Ajuntament de Dénia (Unidad de Prevención Comunitaria en Conductas Adictivas) trabajamos para fomentar habilidades sociales y de competencia a través de diferentes programas, haciendo que los adolescentes vayan creciendo y las vayan adquiriendo, aportándoles herramientas que les permitan tener una adecuada interacción en diferentes contextos sociales, así como que les faciliten el control del comportamiento ante situaciones en las que se puedan encontrar a lo largo de la vida.
Estas acciones las llevamos a cabo, sobre todo, en las aulas de primaria y secundaria durante todos los cursos escolares. La intervención se realiza a estas edades ya que la pre adolescencia y la adolescencia están sujetas a importantes cambios vitales. Con ellas y ellos trabajamos aspectos que van desde la autoestima, pasando por la empatía, asertividad, habilidades comunicativas, expresión o inteligencia emocional.
Pero la prevención también se puede potenciar desde otros ámbitos, como, por ejemplo, desde casa. Las familias deben entender su papel fundamental en la creación de factores de protección que puedan ayudar a los más jóvenes a superar sus dificultades. Entre ellos, potenciando una buena autoestima.
Si conseguimos que los adolescentes (y en muchos casos los adultos) sean capaces de valorarse y quererse, podremos evitar que se compliquen su vida con las adicciones y puedan tomar un rumbo adecuado de cara al futuro.
Juanjo Sala Soler
Psicólogo de la UPCCA del Ajuntament de Dénia y Fundación AEPA
A lo largo de los últimos años se viene hablando de un término muy importante para las personas: la autoestima. Un concepto que en ocasiones ha estado usado en demasía y con el que muchas personas han intentado lidiar.
La autoestima, y sin entrar en tecnicismos, la podríamos definir como “el conjunto de creencias, percepciones, evaluaciones y pensamientos que tenemos acerca de nosotros/as mismos/as, la valoración que realizamos basándonos en nuestras experiencias”.
Para que se conforme la autoestima, deben intervenir distintos factores, como los personales (por ejemplo, la imagen física), las personas importantes de alrededor (madres, padres, hermanos/as, amigos/as o profesores) y el entorno social en el que se vive.
Ser capaces de mantener una autoestima estable, equilibrada y sólida no es una tarea fácil. En muchos momentos de nuestras vidas, ésta puede verse perjudicada por distintos factores, tanto propios como ajenos.
Está comprobado que tener una buena autoestima es signo de una inteligencia emocional bien trabajada y del acopio de unas buenas habilidades sociales y de competencia. Ahora, si hay carencia en estos aspectos personales, probablemente la autoestima sea baja y pueda complicar ciertas esferas de la vida de la persona.
Una etapa en la que la autoestima está muy oscilante es la adolescencia, en dónde esas carencias y su, en muchas ocasiones, baja autoestima, les pueden llevar a tomar malas decisiones.
Por eso es importante que hablemos de un punto importante al que deben hacer frente: la relación “tóxica” que se puede generar entre la autoestima y las adicciones.
En la adolescencia, uno de los aspectos más vitales es poder encajar con los iguales y, en ocasiones, por querer formar parte del grupo, deciden experimentar con determinados consumos llevados por la conocida presión de grupo. Una persona con baja autoestima, será candidata a dejarse llevar por los demás.
Después de este primer paso, pueden llegar a la siguiente fase en la que consideran el consumo de drogas como una vía de escape y de superación de su baja autoestima.
Y no solo debemos fijarnos en el consumo de sustancias, también debemos poner el foco en la “huida” de la realidad que muchos adolescentes hacen a través de los videojuegos o las redes sociales.
Estos acercamientos se pueden quedar en simples coqueteos o, si no nos ponemos en marcha raudos, llegar a ser un problema de salud (tanto mental como física) llamado adicción.
Desde la UPCCA del Ajuntament de Dénia (Unidad de Prevención Comunitaria en Conductas Adictivas) trabajamos para fomentar habilidades sociales y de competencia a través de diferentes programas, haciendo que los adolescentes vayan creciendo y las vayan adquiriendo, aportándoles herramientas que les permitan tener una adecuada interacción en diferentes contextos sociales, así como que les faciliten el control del comportamiento ante situaciones en las que se puedan encontrar a lo largo de la vida.
Estas acciones las llevamos a cabo, sobre todo, en las aulas de primaria y secundaria durante todos los cursos escolares. La intervención se realiza a estas edades ya que la pre adolescencia y la adolescencia están sujetas a importantes cambios vitales. Con ellas y ellos trabajamos aspectos que van desde la autoestima, pasando por la empatía, asertividad, habilidades comunicativas, expresión o inteligencia emocional.
Pero la prevención también se puede potenciar desde otros ámbitos, como, por ejemplo, desde casa. Las familias deben entender su papel fundamental en la creación de factores de protección que puedan ayudar a los más jóvenes a superar sus dificultades. Entre ellos, potenciando una buena autoestima.
Si conseguimos que los adolescentes (y en muchos casos los adultos) sean capaces de valorarse y quererse, podremos evitar que se compliquen su vida con las adicciones y puedan tomar un rumbo adecuado de cara al futuro.
Juanjo Sala Soler
Psicólogo de la UPCCA del Ajuntament de Dénia y Fundación AEPA
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