Artículo de opinión por Jordi Núñez, Licenciado en BB.AA. por la UPV., Postgrado en Nuevos Territorios por la UMH. Doctorando. Experto Universitario en Protección del Patrimonio Histórico-Artístico por la UV
Calp/Calpe, el abrazo fraterno: seguridad jurídica, verdad, historia y lingüística
Existe un conocido aforismo decimonónico en la política inglesa, “Inglaterra no tiene principios, tiene intereses”, muy representativo de la mentalidad de rapiña y sin escrúpulos que les rige.
Corría el año 2009. Todos aquellos que tengan memoria política y vivieron aquellos años saben -sabemos-, a qué y porqué se debió el cambio de la denominación oficial al unívoco topónimo valenciano Calp “i res més”, hace ahora 13 años. Aquel exabrupto fue un peaje vergonzoso del PP -partido sin principios, mas sí con intereses (urbanísticos)-, pagado al ínclito líder del Bloc -hoy Compromís-, Ximo Tur, condición sine qua non para que el pegolino accediese -cual Judas Iscariote-, a la presentación de la moción de censura contra el PSOE del entonces socio y alcalde socialista Luís Serna. “Adéu PP”, era el lema de campanya del Bloc…
La iniciativa política impulsada por el partido naranja, operada por el Pleno Ordinario del consistorio calpino celebrado este mes de enero del presente 2021, sólo pretende revertir la arbitrariedad de la imposición de entonces, únicamente posible por una serendipia política que devino de la conjunción de una serie de circunstancias temporales, personales -la peculiaridad Tur-, y aritméticas únicas, y que posibilitaron la denominación Calp como la única oficial, y se quiso, única posible.
Así, la adopción de esta “denominación única” y las razones que se adujeron en el expediente del cambio elevado a la Acadèmia Valenciana de la Llengua vino a subvertir la verdadera historia del topónimo, que no es, como se pretende hacer pasar como ahora con otros -La Vila Joiosa/Villajoyosa, Mutxamel/Muchamiel, Carcaixent/Carcagente, Torre de les Maçanes/Torremanzanas, o tantos más… ejemplos que parecen ser, y a falta de una certidumbre indubitada, paradigmáticos-, una castellanización del vocablo anterior valenciano “operada por la inmigración del s. XX” o “el franquismo” por aproximación fonética. Para los defensores del “Calp, i res més” o el #éscalp, de manera maliciosa, es un claro ejemplo -se diría-, de la “maldad castellana uniformizadora y negadora de la identidad valenciana” (sic), que se quiere o pretende propia de y/o imbricada en la burricie mesetaria, de manera acrítica.
Ese ansia, esa fijación en el nacionalismo centrífugo, por o en la toponimia y el control de rótulos públicos y privados responde únicamente a la voluntad sectaria de dominar la mente y los corazones del ciudadano y el visitante por medio del lenguaje. La patria es la infancia y la lengua: crea los apegos, construye las afinidades y vehicula las voluntades, presentes y futuras. Con la lengua se forjan las estructuras, marcos y referencias mentales (LAKOFF) y se nombran a los lugares, a las personas y a las patrias. Y a las ideas.
Ningú -al menys no jo-, defensa el castellà per damunt del valencià. Mai imposaré res a ningú.
Ambdues són llengues espanyoles, cosines, com ara són germanes el valencià, l’aragonés, el balear, l’occità o el català. Totes, com a llengües -i ademés, properes, intercomprensibles-, estan destinades a agermanar, a ser eines emprades per a fer-se entendre amb i per altres... Tanmateix, i malauradament, les llengües han esdevingut en armes ideològiques, instrumentalitzades amb sectarisme per tot l’espectre de partits a dreta i esquerra, especialment ací per un valencianisme polític -proper normalment al pancatalanisme-, sectari i miope, contraproduent i disgregador.
Així, es deuria poder utilitzar Calp en valencià i Calpe en castellà amb naturalitat i seguritat jurídica -de manera oficial-, sent que els dos termes o topònims són històrics, i no el un “castellanització” de l'altre. En tot cas, el valencià es deudor del vocable islàmic, i aquest posterior cronològicament al vocable llatí "Calpe", d'orígen preromà (i tant dona per al cas que siguera íber -como crec-, fenici o grec).
Hi ha qui entén de manera maniquea i espúria aquesta iniciativa com un atac “castellanitzador”, però no té cap remordiment per imposar una única denominació, com qui imposa una presència incómoda i ho fa, ademés, amb inquina, dient-li als demés cóm han de anomenar les coses o els llocs que volen o estimen. Llibertat, senyors, i humiltat.
Con esta iniciativa se pretende hacer justicia, del modo entendido por el jurista romano Ulpiano de dar "a cada uno lo que le pertenece", su modo de nombrar las cosas. Y por cuanto la razón histórica y lingüística apoya la iniciativa política de Ciudadanos. A saber, y como razón histórica incontrovertible; ¿Cómo es posible que Gibraltar, el “mons Calpe” o monte Calpe en latín, como el Calpe del Sur, topónimo seguramente íbero -se dijo-, recogido por fenicios, griegos y romanos versus el Calpe "del norte", o Ifach, según la teoría vascoiberista, compartan topónimo?. Ad litteram; Gibraltar fue conocida en la antigüedad como promontorio o monte Calpe (en latín, Mons Calpe), una de las dos míticas columnas de Hércules, y posteriormente renombrada como derivación del árabe Ẏabal Tāriq (جبل طارق), o «montaña de Tariq», en recuerdo del general Táriq ibn Ziyad, quien dirigió el desembarco en este lugar de las fuerzas del Califato Omeya de al-Walid I en el año 711. Así se recoge oficialmente en su escudo de armas, bajo el lema: “Montis Insignia Calpe”. Animo a los lectores a hacer una pequeña investigación; podrán ver cómo en Gibraltar hay una miríada de referencias a Calpe como topónimo preexistente (cafeterías, librerías… todo tipo de establecimientos), clubes, asociaciones… así figura en sus publicaciones, páginas web o escritos históricos, esos que el nacionalismo identitario y excluyente dice que no existen.
Cabe recordar que los topónimos son los vocablos más resilientes a las sustituciones lingüísticas, y sólo con el dominio musulmán, el Calpe del sur pasó a denominarse Gibraltar, perdiendo el Calpe del sur su primigenio y preexistente topónimo... Del mismo modo, tras la dominación islámica, el Calpe "del norte", nuestro Ifach, pasó a perder la "e" por cuanto en árabe no es necesario hacer sonoras las consonantes oclusivas p o b a final de palabra, pasando a denominarse "Kalb".
Id est, la razón lingüística, no una “traducción” del valenciano al castellano, ni una fonetización. Con la reconquista cristiana, Kalb pasó a ser Calp en valenciano, por cuanto es otra lengua que no necesita hacer sonoras las consonantes oclusivas a final de palabra, como sí el castellano (con “e”/”o”, salvo excepciones), o el italiano, con la usual forma "i" final, y de este modo el valenciano asumió como propio y sin cambios -exceptuando la c por la k, inexistente en valenciano-, el topónimo heredado. Evidentemente, y haciendo una linealidad cronológica, independientemente del origen íbero, fenicio o griego, el topónimo pasó al latín, que fue anterior al topónimo islámico, y por tanto, al valenciano. Debemos recordar, además, que en la antigüedad se solía navegar por estima y costeando -especialmente los fenicios-, por lo que no es extraña la importancia de ambas referencias "Calpe" (como monte o accidente visible a varias millas náuticas, Mons Calpe, preexistente evidente y cronológicamente a árabe y valenciano), y que ambos hitos geográficos se diferenciaran en su topónimo únicamente por su cardinal, sur o norte.
En relación a la onomástica, existe además una gran desproporción en España en la comparativa de la presencia o implantación del apellido toponímico “Calpe” con respecto a su homónimo valenciano “Calp”; 1.104 personas tienen a Calpe como primer apellido y 1.011 de segundo, mientras que tienen a “Calp” como apellido 18 personas, 6 de primero y 12 de segundo. Esta diferencia no puede explicarse únicamente por un proceso de “castellanización” social, por cuanto otros apellidos eminentemente valencianos han perdurado. Se sabe que la onomástica se asiente en el medievo y la edad moderna surgida de la necesidad de renombrar a los vasallos más allá de su condición y los procesos de asimilación o conversión de judíos y moriscos. De esta forma, los apellidos toponímicos, junto a los patronímicos, los derivados de quehaceres u oficios, descriptivos… se fueron asentando.
Es vergonzoso y casi un insulto a la inteligencia que por motivos ideológicos se perpetrara el atentado al patrimonio histórico del topónimo hace 13 años, y más aún que pretendidos "expertos" enarbolen el paradigma* "científico" como espantajo de su “auctoritas” situando la raya de la Historia en el periodo musulmán, del que es heredero el topónimo valenciano, como si sólo entonces comenzase la historia del topónimo ¿Cómo sería posible, entonces, que Gibraltar se llamara Calpe en la antigüedad y hasta su sustitución por el término árabe?¿Cómo es posible que Gibraltar tenga en su escudo heráldico "Montis Insignia Calpe"? Allí, desde luego, no llegó Jaume I a caballo con el “Llibre de Repartiment”. La navaja de Ockham...
Parafrasear a otros y escribir de manera ufana "la ignorancia es muy atrevida" desde luego lo es. Y peligroso. Especialmente si se quiere aplicar sólo a los demás, parapetados tras los títulos, doctorados y cátedras. El problema deviene de anteponer el proselitismo ideológico a la verdad histórica, y abundan los activistas políticos con título universitario; más que amantes de la verdad y la ciencia -"ciencia" a la que invocan y en la que se envuelven como quien cita un versículo todopoderoso, obviando cualesquiera datos que no les interesen-, parecen un remedo de inquisidores ex novo afectos al valencianismo político disgregador.
Al tiempo, cuando se implementen al expediente los estudios que refutan los planteamientos que hace 13 años se aportaron al expediente elevado a la Academia, se sabrán para quien "leyere y entendiere" las razones que soportan la solicitud de la vuelta a la doble denominación. Y todo ello, sin olvidar el apotegma de A. Maurois "cuando se intenta razonar con un fanático, no hay que olvidar que cuando un fanático se equivoca, lo hace aposta". Por "fanático" se entiende aquí el nacionalismo omnímodo sectario y excluyente, que diluye el amor por la verdad que debiera tener todo estudioso o amante del valenciano como patrimonio común, valor cultural y lingüístico a proteger y preservar, que nos define como pueblo, en la ponzoña del interés, tan alejada de la “mirada desinteresada” que propugnara Santo Tomás de Aquino como método de acercamiento a la verdad despreñada.
La razón histórica se convierte así en un engrudo ideológico que como un azucarillo se diluye en el café amargo, dejando sin embargo un poso de ruindad que impregna a la burda utilización del valenciano como arma o instrumento ideológico de confrontación entre "els d’ací" (los de aquí, los valencianos) con/contra "els catellans, els forasters". Todo nacionalismo, entendible como reacción de defensa ante el diferente y el riesgo de suplantación cultural que supone, queda sin embargo maculado indefectiblemente de cierto sesgo de superioridad e imposición sobre el otro desde el s. XIX y hasta la actualidad.
Sea como fuere, lo que se pretende con esta iniciativa política es, simplemente, que pueda utilizarse con naturalidad y seguridad jurídica -esto es, oficialmente, y en base a la razón histórica-, el vocablo Calpe cuando se habla y escribe en castellano y Calp, al hablar y escribir en valenciano, y en las relaciones con la administración pública en una u otra lengua.
Utilitzar Calp al parlar i escriure en valencià, como fem i hem fet sempre i amb tota naturalitat els calpins de soca-rel i que estimem la llengua i la nostra terra sense pretendre anar contra Espanya o fer de menys (ningunear) als demés.
Se pretende, además, volver a la convivencia lingüística dejando con prevalencia -como primera, en lugar preeminente- y sensibilidad por la lengua minorizada, el topónimo Calp, dejando en segundo lugar a Calpe en la enumeración de ambos: Calp/Calpe. Sin cambiar rótulos o gastar dinero en añadir letras. Sin mayores alharacas, pero sin comulgar con ruedas de molino.
Cuando se escriba en castellano Calpe y en valenciano, Calp. Calp/Calpe. Un abrazo fraterno.
Para quien no quiera entenderlo le remito a la cita de Maurois, enunciada ut supra, porque es agotador procurar luz para ver al ciego, si éste se niega a abrir los párpados. De otro modo, si se niega a abandonar la caverna platónica. El tósigo nacionalista que tanto daño y disrupciones procura en esta piel de toro que es España, cada vez más tensada por quienes se definen “en contra de”, abandonados de sentido y contra toda esperanza. Nada más infructuoso que no ser lo que se es.
(*Finalmente, recordar que la ciencia y el conocimiento humanos avanzan tras la ruptura o superación de paradigmas pretendidamente incuestionables, con nuevos hallazgos y explicaciones, que vienen a sustituir o completar el paradigma anterior. En este caso, el grado de manipulación de los "expertos" llega al summum de la desvergüenza académica o -suavizo-, sujeción al paradigma autoimpuesto, por ignorancia o interés ideológico)
Jordi Núñez Zaragoza
Licenciado en BB.AA. por la UPV., Postgrado en Nuevos Territorios por la UMH. Doctorando. Experto Universitario en Protección del Patrimonio Histórico-Artístico por la UV. Afiliado a “Ciutadans, partit de la Ciutadania” des de 2007, quan erem un altra cosa.
Existe un conocido aforismo decimonónico en la política inglesa, “Inglaterra no tiene principios, tiene intereses”, muy representativo de la mentalidad de rapiña y sin escrúpulos que les rige.
Corría el año 2009. Todos aquellos que tengan memoria política y vivieron aquellos años saben -sabemos-, a qué y porqué se debió el cambio de la denominación oficial al unívoco topónimo valenciano Calp “i res més”, hace ahora 13 años. Aquel exabrupto fue un peaje vergonzoso del PP -partido sin principios, mas sí con intereses (urbanísticos)-, pagado al ínclito líder del Bloc -hoy Compromís-, Ximo Tur, condición sine qua non para que el pegolino accediese -cual Judas Iscariote-, a la presentación de la moción de censura contra el PSOE del entonces socio y alcalde socialista Luís Serna. “Adéu PP”, era el lema de campanya del Bloc…
La iniciativa política impulsada por el partido naranja, operada por el Pleno Ordinario del consistorio calpino celebrado este mes de enero del presente 2021, sólo pretende revertir la arbitrariedad de la imposición de entonces, únicamente posible por una serendipia política que devino de la conjunción de una serie de circunstancias temporales, personales -la peculiaridad Tur-, y aritméticas únicas, y que posibilitaron la denominación Calp como la única oficial, y se quiso, única posible.
Así, la adopción de esta “denominación única” y las razones que se adujeron en el expediente del cambio elevado a la Acadèmia Valenciana de la Llengua vino a subvertir la verdadera historia del topónimo, que no es, como se pretende hacer pasar como ahora con otros -La Vila Joiosa/Villajoyosa, Mutxamel/Muchamiel, Carcaixent/Carcagente, Torre de les Maçanes/Torremanzanas, o tantos más… ejemplos que parecen ser, y a falta de una certidumbre indubitada, paradigmáticos-, una castellanización del vocablo anterior valenciano “operada por la inmigración del s. XX” o “el franquismo” por aproximación fonética. Para los defensores del “Calp, i res més” o el #éscalp, de manera maliciosa, es un claro ejemplo -se diría-, de la “maldad castellana uniformizadora y negadora de la identidad valenciana” (sic), que se quiere o pretende propia de y/o imbricada en la burricie mesetaria, de manera acrítica.
Ese ansia, esa fijación en el nacionalismo centrífugo, por o en la toponimia y el control de rótulos públicos y privados responde únicamente a la voluntad sectaria de dominar la mente y los corazones del ciudadano y el visitante por medio del lenguaje. La patria es la infancia y la lengua: crea los apegos, construye las afinidades y vehicula las voluntades, presentes y futuras. Con la lengua se forjan las estructuras, marcos y referencias mentales (LAKOFF) y se nombran a los lugares, a las personas y a las patrias. Y a las ideas.
Ningú -al menys no jo-, defensa el castellà per damunt del valencià. Mai imposaré res a ningú.
Ambdues són llengues espanyoles, cosines, com ara són germanes el valencià, l’aragonés, el balear, l’occità o el català. Totes, com a llengües -i ademés, properes, intercomprensibles-, estan destinades a agermanar, a ser eines emprades per a fer-se entendre amb i per altres... Tanmateix, i malauradament, les llengües han esdevingut en armes ideològiques, instrumentalitzades amb sectarisme per tot l’espectre de partits a dreta i esquerra, especialment ací per un valencianisme polític -proper normalment al pancatalanisme-, sectari i miope, contraproduent i disgregador.
Així, es deuria poder utilitzar Calp en valencià i Calpe en castellà amb naturalitat i seguritat jurídica -de manera oficial-, sent que els dos termes o topònims són històrics, i no el un “castellanització” de l'altre. En tot cas, el valencià es deudor del vocable islàmic, i aquest posterior cronològicament al vocable llatí "Calpe", d'orígen preromà (i tant dona per al cas que siguera íber -como crec-, fenici o grec).
Hi ha qui entén de manera maniquea i espúria aquesta iniciativa com un atac “castellanitzador”, però no té cap remordiment per imposar una única denominació, com qui imposa una presència incómoda i ho fa, ademés, amb inquina, dient-li als demés cóm han de anomenar les coses o els llocs que volen o estimen. Llibertat, senyors, i humiltat.
Con esta iniciativa se pretende hacer justicia, del modo entendido por el jurista romano Ulpiano de dar "a cada uno lo que le pertenece", su modo de nombrar las cosas. Y por cuanto la razón histórica y lingüística apoya la iniciativa política de Ciudadanos. A saber, y como razón histórica incontrovertible; ¿Cómo es posible que Gibraltar, el “mons Calpe” o monte Calpe en latín, como el Calpe del Sur, topónimo seguramente íbero -se dijo-, recogido por fenicios, griegos y romanos versus el Calpe "del norte", o Ifach, según la teoría vascoiberista, compartan topónimo?. Ad litteram; Gibraltar fue conocida en la antigüedad como promontorio o monte Calpe (en latín, Mons Calpe), una de las dos míticas columnas de Hércules, y posteriormente renombrada como derivación del árabe Ẏabal Tāriq (جبل طارق), o «montaña de Tariq», en recuerdo del general Táriq ibn Ziyad, quien dirigió el desembarco en este lugar de las fuerzas del Califato Omeya de al-Walid I en el año 711. Así se recoge oficialmente en su escudo de armas, bajo el lema: “Montis Insignia Calpe”. Animo a los lectores a hacer una pequeña investigación; podrán ver cómo en Gibraltar hay una miríada de referencias a Calpe como topónimo preexistente (cafeterías, librerías… todo tipo de establecimientos), clubes, asociaciones… así figura en sus publicaciones, páginas web o escritos históricos, esos que el nacionalismo identitario y excluyente dice que no existen.
Cabe recordar que los topónimos son los vocablos más resilientes a las sustituciones lingüísticas, y sólo con el dominio musulmán, el Calpe del sur pasó a denominarse Gibraltar, perdiendo el Calpe del sur su primigenio y preexistente topónimo... Del mismo modo, tras la dominación islámica, el Calpe "del norte", nuestro Ifach, pasó a perder la "e" por cuanto en árabe no es necesario hacer sonoras las consonantes oclusivas p o b a final de palabra, pasando a denominarse "Kalb".
Id est, la razón lingüística, no una “traducción” del valenciano al castellano, ni una fonetización. Con la reconquista cristiana, Kalb pasó a ser Calp en valenciano, por cuanto es otra lengua que no necesita hacer sonoras las consonantes oclusivas a final de palabra, como sí el castellano (con “e”/”o”, salvo excepciones), o el italiano, con la usual forma "i" final, y de este modo el valenciano asumió como propio y sin cambios -exceptuando la c por la k, inexistente en valenciano-, el topónimo heredado. Evidentemente, y haciendo una linealidad cronológica, independientemente del origen íbero, fenicio o griego, el topónimo pasó al latín, que fue anterior al topónimo islámico, y por tanto, al valenciano. Debemos recordar, además, que en la antigüedad se solía navegar por estima y costeando -especialmente los fenicios-, por lo que no es extraña la importancia de ambas referencias "Calpe" (como monte o accidente visible a varias millas náuticas, Mons Calpe, preexistente evidente y cronológicamente a árabe y valenciano), y que ambos hitos geográficos se diferenciaran en su topónimo únicamente por su cardinal, sur o norte.
En relación a la onomástica, existe además una gran desproporción en España en la comparativa de la presencia o implantación del apellido toponímico “Calpe” con respecto a su homónimo valenciano “Calp”; 1.104 personas tienen a Calpe como primer apellido y 1.011 de segundo, mientras que tienen a “Calp” como apellido 18 personas, 6 de primero y 12 de segundo. Esta diferencia no puede explicarse únicamente por un proceso de “castellanización” social, por cuanto otros apellidos eminentemente valencianos han perdurado. Se sabe que la onomástica se asiente en el medievo y la edad moderna surgida de la necesidad de renombrar a los vasallos más allá de su condición y los procesos de asimilación o conversión de judíos y moriscos. De esta forma, los apellidos toponímicos, junto a los patronímicos, los derivados de quehaceres u oficios, descriptivos… se fueron asentando.
Es vergonzoso y casi un insulto a la inteligencia que por motivos ideológicos se perpetrara el atentado al patrimonio histórico del topónimo hace 13 años, y más aún que pretendidos "expertos" enarbolen el paradigma* "científico" como espantajo de su “auctoritas” situando la raya de la Historia en el periodo musulmán, del que es heredero el topónimo valenciano, como si sólo entonces comenzase la historia del topónimo ¿Cómo sería posible, entonces, que Gibraltar se llamara Calpe en la antigüedad y hasta su sustitución por el término árabe?¿Cómo es posible que Gibraltar tenga en su escudo heráldico "Montis Insignia Calpe"? Allí, desde luego, no llegó Jaume I a caballo con el “Llibre de Repartiment”. La navaja de Ockham...
Parafrasear a otros y escribir de manera ufana "la ignorancia es muy atrevida" desde luego lo es. Y peligroso. Especialmente si se quiere aplicar sólo a los demás, parapetados tras los títulos, doctorados y cátedras. El problema deviene de anteponer el proselitismo ideológico a la verdad histórica, y abundan los activistas políticos con título universitario; más que amantes de la verdad y la ciencia -"ciencia" a la que invocan y en la que se envuelven como quien cita un versículo todopoderoso, obviando cualesquiera datos que no les interesen-, parecen un remedo de inquisidores ex novo afectos al valencianismo político disgregador.
Al tiempo, cuando se implementen al expediente los estudios que refutan los planteamientos que hace 13 años se aportaron al expediente elevado a la Academia, se sabrán para quien "leyere y entendiere" las razones que soportan la solicitud de la vuelta a la doble denominación. Y todo ello, sin olvidar el apotegma de A. Maurois "cuando se intenta razonar con un fanático, no hay que olvidar que cuando un fanático se equivoca, lo hace aposta". Por "fanático" se entiende aquí el nacionalismo omnímodo sectario y excluyente, que diluye el amor por la verdad que debiera tener todo estudioso o amante del valenciano como patrimonio común, valor cultural y lingüístico a proteger y preservar, que nos define como pueblo, en la ponzoña del interés, tan alejada de la “mirada desinteresada” que propugnara Santo Tomás de Aquino como método de acercamiento a la verdad despreñada.
La razón histórica se convierte así en un engrudo ideológico que como un azucarillo se diluye en el café amargo, dejando sin embargo un poso de ruindad que impregna a la burda utilización del valenciano como arma o instrumento ideológico de confrontación entre "els d’ací" (los de aquí, los valencianos) con/contra "els catellans, els forasters". Todo nacionalismo, entendible como reacción de defensa ante el diferente y el riesgo de suplantación cultural que supone, queda sin embargo maculado indefectiblemente de cierto sesgo de superioridad e imposición sobre el otro desde el s. XIX y hasta la actualidad.
Sea como fuere, lo que se pretende con esta iniciativa política es, simplemente, que pueda utilizarse con naturalidad y seguridad jurídica -esto es, oficialmente, y en base a la razón histórica-, el vocablo Calpe cuando se habla y escribe en castellano y Calp, al hablar y escribir en valenciano, y en las relaciones con la administración pública en una u otra lengua.
Utilitzar Calp al parlar i escriure en valencià, como fem i hem fet sempre i amb tota naturalitat els calpins de soca-rel i que estimem la llengua i la nostra terra sense pretendre anar contra Espanya o fer de menys (ningunear) als demés.
Se pretende, además, volver a la convivencia lingüística dejando con prevalencia -como primera, en lugar preeminente- y sensibilidad por la lengua minorizada, el topónimo Calp, dejando en segundo lugar a Calpe en la enumeración de ambos: Calp/Calpe. Sin cambiar rótulos o gastar dinero en añadir letras. Sin mayores alharacas, pero sin comulgar con ruedas de molino.
Cuando se escriba en castellano Calpe y en valenciano, Calp. Calp/Calpe. Un abrazo fraterno.
Para quien no quiera entenderlo le remito a la cita de Maurois, enunciada ut supra, porque es agotador procurar luz para ver al ciego, si éste se niega a abrir los párpados. De otro modo, si se niega a abandonar la caverna platónica. El tósigo nacionalista que tanto daño y disrupciones procura en esta piel de toro que es España, cada vez más tensada por quienes se definen “en contra de”, abandonados de sentido y contra toda esperanza. Nada más infructuoso que no ser lo que se es.
(*Finalmente, recordar que la ciencia y el conocimiento humanos avanzan tras la ruptura o superación de paradigmas pretendidamente incuestionables, con nuevos hallazgos y explicaciones, que vienen a sustituir o completar el paradigma anterior. En este caso, el grado de manipulación de los "expertos" llega al summum de la desvergüenza académica o -suavizo-, sujeción al paradigma autoimpuesto, por ignorancia o interés ideológico)
Jordi Núñez Zaragoza
Licenciado en BB.AA. por la UPV., Postgrado en Nuevos Territorios por la UMH. Doctorando. Experto Universitario en Protección del Patrimonio Histórico-Artístico por la UV. Afiliado a “Ciutadans, partit de la Ciutadania” des de 2007, quan erem un altra cosa.
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