Vecino. La Navidad tapa lo que te va a explotar en 2026.

O de cómo el clima sube… mientras la estructura se afloja.

Vecino,

¿Estás dispuesto a seguir esperando mientras tu ciudad se ahoga en excusas?

Si te gobiernan por clima, te rompes por estructura.
Así de simple.

Este final de año está lleno de clima, como una fiesta interminable, pero no te engañes: lo esencial, lo básico, sigue intacto solo en los papeles. El año acaba, pero las estructuras que necesitamos se quedan.

Este lunes no vengo a hablar de lo que ya sabemos, ni de lo que todos repiten, ni de la foto de la temporada.

Hoy vengo a darte una clave: una fórmula que no falla, la estructura no se vende. No puedes vivir en una ciudad que juega con el clima y olvidarse de la estructura.

¿Quieres saber si tu ciudad va bien? Aquí tienes la prueba.

Nueve preguntas.

Si no se pueden responder con algo verificable, no hay gestión.
Hay decorado.

Esta semana fue el debate del municipio.
Y lo que vimos allí no fue solo política: fue un espejo.

El pleno se abrió con una idea que suena razonable, pero que es letal cuando lo básico tiembla: aprobar cuanto antes, llegar a Navidad tranquilos, «descansar algo».
No lo juzgo. Lo entiendo.
Pero esa frase define el problema:

Cuando lo esencial está en tensión, el ciudadano no descansa.
El ciudadano espera.

Y una ciudad que vive esperando no está gobernada: está administrada por calendario.

Ahí empieza la diferencia entre clima y estructura.

En diciembre todo parece amable: actos, luces, deporte, fotos, balances, despedidas, abrazos, «lado bueno».

No digo que esté mal vivir.
Digo que es peligroso confundir vivir con gobernar.

Porque mientras el municipio se llena de atmósfera, lo estructural se aplaza:

lo urgente se «va viendo»,
lo básico queda «en previsión»,
y lo difícil se esconde bajo una lista.

El clima se publica.
La estructura se sostiene.

El clima es cómodo: se consume rápido y no duele.
La estructura no se consume: se aguanta, se planifica y se ejecuta.

Por eso el problema no es que exista clima.
El problema es cuando el clima sustituye a la estructura.

Cuando el plan se cambia por el post.
Cuando el plazo se cambia por el «estamos trabajando».
Cuando el dato incómodo se cambia por el dato vendible.

Y cuando alguien intenta bajar el debate a lo básico, aparece el muro:

«No depende de aquí».
«Se ha solicitado».
«Se está viendo».

Ese muro no te niega la razón.
Te niega el control.
Te deja en un pasillo.

Y en un pasillo, la vida se decide por suerte.

Y para cerrar el pleno, la política hizo lo que hace cuando necesita sellar el año:
no cerró con un plan. Cerró con liturgia.

La salida del responsable de urbanismo (competencia municipal) se convirtió en un ritual de elogios, abrazos y nobleza.
Todo el mundo es bueno cuando se va.
Todo se vuelve humano, sensible, respetable. No digo que no lo sea.
Digo que ese tipo de cierre tiene un efecto: desplaza la conversación.

El ciudadano sale pensando «qué pena».
en vez de salir pensando «qué plan».

Eso también es clima.

Y el clima es eficaz porque baja la tensión…
pero no construye estructura.

El vecino no necesita otro discurso.
Necesita tres suelos firmes:

Mínimos vitales: que una urgencia no dependa del azar.
Infraestructura básica: que lo que evita desastre se haga a tiempo.
Modelo de ciudad: que Calp no expulse al que vive aquí y trabaja aquí.

Esto no es ideología.
Esto es supervivencia municipal.

Porque si fallan los mínimos, la ciudad se vuelve frágil.
Si se rompe la infraestructura, la ciudad se degrada.
Si se rompe el modelo, la ciudad deja de ser pueblo y se convierte en escaparate.

Y eso no se arregla con una foto.
Se arregla con años.
Y con dinero.
Y con dolor.

Por eso hoy no te pido que te enfades.
Te pido que aprendas a mirar.

Vecino, aquí tienes el test.
No para discutir en redes.
Para no volver a ser dormido con atmósfera.

TEST CALPINVS — nueve preguntas para distinguir gestión de clima

Mínimos vitales (urgencias)

1) ¿Existe un plan para cubrir lo que necesitamos ahora?
2) ¿Se cuenta con datos claros y detallados (tiempos de respuesta, cobertura)?
3) ¿Hay un plazo concreto para las soluciones? ¿Quién es responsable de que se cumpla?

Infraestructura básica

4) ¿Hay una lista pública con las tareas pendientes y su avance?
5) ¿Se tiene un calendario para las obras o mejoras necesarias, priorizando lo más urgente?
6) ¿Se está ejecutando lo que se prometió o seguimos esperando?

Modelo de ciudad

7) ¿Existe un plan claro para la construcción de viviendas (con fechas y objetivos)?
8) ¿Hay un plan de empleo anual, no solo para el verano?
9) ¿Las infraestructuras y servicios se están ampliando al mismo ritmo que crece la población?

Si estas nueve preguntas no pueden contestarse con algo verificable, entonces lo que hay no es gestión. Es clima.

Y el clima dura… hasta que llega el golpe.

Aquí está lo importante: el ciudadano no está indefenso.
El ciudadano está desordenado.

Y el poder se aprovecha del desorden: