Artículo de opinión de Calp - Columna 'Los lunes negros'
Vecino. Hoy no hay política. Hoy hay memoria.
O de cómo el dolor compartido se convirtió en orgullo de pertenencia.
Vecino:
Hoy no escribo como tribuno.
Hoy escribo como hermano, como hijo, como vecino.
La vida cambia en un instante.
Y en un instante también se revela lo que permanece.
No fueron discursos,
no fueron gestos solemnes:
fueron llamadas, mensajes, silencios compartidos
lo que nos hizo sentir que no estábamos solos.
De ahí nace nuestra gratitud.
Porque lo que hemos vivido no se mide en cifras ni discursos,
sino en abrazos, en mensajes, en silencios compartidos
que se hicieron fuerza y orgullo de pertenencia.
Este dolor no lo atravesamos solos.
Lo atravesó un pueblo entero.
Las llamadas que no contestamos,
los mensajes que aún seguimos leyendo,
los abrazos de vecinos cercanos
y la cercanía de quienes apenas conocíamos
formaron parte de un mismo gesto: un gran abrazo colectivo.
Ese abrazo nos sostuvo.
Ese abrazo quedará en nuestra memoria para siempre.
La máxima autoridad local y sus acompañantes,
se acercaron personalmente al hospital para darnos el pésame.
En esos momentos no hubo cargos ni partidos: solo personas.
Y lo agradecimos como familia.
Queremos dar las gracias a todas las instituciones:
a los partidos que supieron compartir silencio,
a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,
a los sanitarios que estuvieron cerca
y a los vecinos que llenaron la plaza con respeto.
Esos minutos compartidos fueron más elocuentes que cualquier discurso.
Hay preguntas que nunca tendrán respuesta.
Hay dolores que no admiten consuelo.
En esos momentos, lo único que queda es estar, acompañar, compartir el silencio.
Porque a veces el silencio dice más que cualquier palabra.
La vida cambia en un segundo.
Nadie está preparado para recibir ciertas noticias.
Y cuando llegan, no hay manual.
Solo queda apoyarse en quienes te rodean.
Gracias también a quienes compartieron los minutos de silencio en la plaza.
Esos minutos pesaban como una losa,
pero también nos sostuvieron como comunidad.
Fueron más elocuentes que cualquier discurso.
A veces la vida se rompe en un instante.
Un segundo basta para recordarnos que todo es frágil.
Y entonces comprendemos lo esencial:
«lo único duradero no son los discursos ni los edificios,
sino la comunidad que se abraza en silencio cuando no hay respuestas».
De la otra menor y su familia solo podemos trasladar nuestro pésame sincero.
No hay palabras que sirvan,
solo el acompañar en un silencio que duele.
Hoy, más que nunca,
sentimos orgullo de ser vecinos de Calpe.
Porque en medio de la tragedia
hemos visto lo mejor de nosotros mismos:
la unión,
la memoria,
la fuerza del respeto compartido.
Hoy no hay política.
Hoy hay comunidad.
Gracias, Calpe,
por tanto calor,
por tanta dignidad,
por tanta fuerza recibida.
Gracias, por tanto.
Francisco y familia
![[Img #18606]](https://calpdigital.es/upload/images/05_2025/5131_fran-perona.jpg)

Vecino:
Hoy no escribo como tribuno.
Hoy escribo como hermano, como hijo, como vecino.
La vida cambia en un instante.
Y en un instante también se revela lo que permanece.
No fueron discursos,
no fueron gestos solemnes:
fueron llamadas, mensajes, silencios compartidos
lo que nos hizo sentir que no estábamos solos.
De ahí nace nuestra gratitud.
Porque lo que hemos vivido no se mide en cifras ni discursos,
sino en abrazos, en mensajes, en silencios compartidos
que se hicieron fuerza y orgullo de pertenencia.
Este dolor no lo atravesamos solos.
Lo atravesó un pueblo entero.
Las llamadas que no contestamos,
los mensajes que aún seguimos leyendo,
los abrazos de vecinos cercanos
y la cercanía de quienes apenas conocíamos
formaron parte de un mismo gesto: un gran abrazo colectivo.
Ese abrazo nos sostuvo.
Ese abrazo quedará en nuestra memoria para siempre.
La máxima autoridad local y sus acompañantes,
se acercaron personalmente al hospital para darnos el pésame.
En esos momentos no hubo cargos ni partidos: solo personas.
Y lo agradecimos como familia.
Queremos dar las gracias a todas las instituciones:
a los partidos que supieron compartir silencio,
a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,
a los sanitarios que estuvieron cerca
y a los vecinos que llenaron la plaza con respeto.
Esos minutos compartidos fueron más elocuentes que cualquier discurso.
Hay preguntas que nunca tendrán respuesta.
Hay dolores que no admiten consuelo.
En esos momentos, lo único que queda es estar, acompañar, compartir el silencio.
Porque a veces el silencio dice más que cualquier palabra.
La vida cambia en un segundo.
Nadie está preparado para recibir ciertas noticias.
Y cuando llegan, no hay manual.
Solo queda apoyarse en quienes te rodean.
Gracias también a quienes compartieron los minutos de silencio en la plaza.
Esos minutos pesaban como una losa,
pero también nos sostuvieron como comunidad.
Fueron más elocuentes que cualquier discurso.
A veces la vida se rompe en un instante.
Un segundo basta para recordarnos que todo es frágil.
Y entonces comprendemos lo esencial:
«lo único duradero no son los discursos ni los edificios,
sino la comunidad que se abraza en silencio cuando no hay respuestas».
De la otra menor y su familia solo podemos trasladar nuestro pésame sincero.
No hay palabras que sirvan,
solo el acompañar en un silencio que duele.
Hoy, más que nunca,
sentimos orgullo de ser vecinos de Calpe.
Porque en medio de la tragedia
hemos visto lo mejor de nosotros mismos:
la unión,
la memoria,
la fuerza del respeto compartido.
Hoy no hay política.
Hoy hay comunidad.
Gracias, Calpe,
por tanto calor,
por tanta dignidad,
por tanta fuerza recibida.
Gracias, por tanto.
Francisco y familia
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