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Lunes, 14 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:
Artículo de opinión de Calp - Columna 'Los lunes negros'

Vecino. Los que no sabían lo que votaban… Hoy mandan.

Y tú, que sí sabes lo que haces… Estás prohibido.

O de cómo la ignorancia ya no es un problema: es el modelo.

Vecino.

 

Cuando llegues al final, la pregunta es:

 

¿Qué vas a hacer?

 

El poder urbanístico no cayó en manos corruptas.
Cayó en manos ignorantes.

 

No es una metáfora.
Es literal.

 

Lo confesaron ellos:
en 2019 no sabían lo que votaban.
Ni entendían lo que decidían.
Ni comprendían el plano que redibujaba el pueblo.

 

La semana pasada, en Calp,
se votó la desclasificación de más de 300.000 m² de suelo.

 

Y durante el pleno,
se reconoció que no se sabía lo que se votaba.

 

Que no conocían la base jurídica.
Que no dominaban los conceptos.
Que no estaban seguros de lo que significaba todo aquello.

 

Votaban sin saber.
Firmaban sin entender.
Gobernaban sin leer.

 

Ni sabían lo que eran los derechos urbanísticos.
Ni comprendían lo que aprobaban.
Y aún así firmaban.
Y aún así decidían por ti.
Y aún así se subieron el sueldo.

 

La ignorancia no solo se toleró.
Se premió.
Y hoy… Gobiernan.

 

No gestionan. Simulan.
No gobiernan «con cabeza». Repiten sin alma.
No planifican soluciones. Copian decorados.

 

Y cada silencio…
Es otra calle que no sabrá a dónde lleva.

 

En Roma, ningún senador podía votar un decreto que no entendiera.
Porque el que vota sin saber… Traiciona la República.

 

Hoy, en Calp, confiesan que no sabían lo que votaban en 2019.
Pero votaron igual.

 

Y eso, en Roma,
no era ignorancia:
era traición institucional.

 

Gobiernan el suelo sin entender el subsuelo.
Recalifican sin haber leído el plan.
Expropian sin saber lo que expropian.

 

Lo dijeron en público:
en 2019 votaban sin saber lo que votaban.
Ignoraban los derechos urbanísticos.
Y desde entonces… Gobiernan el mismo Plan urbanístico del siglo pasado.

 

¿El resultado?

 

Ni tú puedes vivir aquí,
ni tus hijos pueden quedarse.
Y mientras tú buscas cómo aparcar,
ellos celebran que «han aprendido».

 

Pero aprender tarde no repara los errores.
Aprender tarde, vecino… Es haber gobernado antes sin derecho.

 

Y eso —en cualquier sitio con dignidad—
sería inhabilitación moral. Aquí no.
Aquí lo celebran como progreso.

 

Nadie aceptaría ser operado por un médico que no conoce la anatomía.
Nadie subiría a un avión pilotado por alguien que no ha aprendido a volar.
Nadie confiaría en un arquitecto que firma planos sin saber leerlos.

 

¿Por qué, entonces, aceptamos que nos gobiernen quienes confiesan no saber lo que votan?

 

Vecino,

 

Lo verdaderamente grave no es que alguien vote sin saber.

 

Lo grave es que nadie dijera nada por aquel entonces…
Nadie lo advirtió.
Nadie lo frenó.
Nadie lo denunció.

 

Ni los de su bancada.
Ni
los de la oposición.
Ni
los que estuvieron antes.
Ni
los que aspiran a estar después.

 

Y esta situación se corrobora
con la actuación del antiguo poder en el debate del punto:

no cuestionó el fondo del urbanismo.
No desmontó la desclasificación.
No exigió explicaciones técnicas reales.

 

Se limitaron a dejar constancia.
A salvar su conciencia con dos frases.
Y a esperar que tú no lo notes.

 

Porque aquí no hay confrontación.
Hay reparto de tiempos.

 

Mientras tú esperas una defensa real…
Ellos esperan su turno.

 

El turno de foto.
El turno de intervención.
El turno de aparecer.
Pero no el turno de frenar una injusticia.
Ni el de levantar la voz cuando todo se cae.

 

No contestan. Publican.
No explican. Decoran.
No responden. Repiten nota.

 

En Roma, cuando el foro callaba,
no por ignorancia,
sino por certeza:
el pueblo ya sabía que allí no vivía la verdad.

 

Hoy, Calp, no calla porque haya paz.
Calla porque el foro se convirtió en decorado.
Y lo que antes era plaza de juicio…
Ahora es tarima de supervivencia política.

 

Y mientras tú te tragabas ese silencio… Ellos repartían dinero.

 

Ese mismo día, el Ayuntamiento aprobó una subvención directa.

 

¿El motivo?

 

Calmar las aguas.
Tapar el desastre de la zona azul.
Gestionar aparcamientos privados con fondos públicos.
Evitar otra protesta.

 

No lo llamaron “compra de silencio”.
Lo llamaron “promoción económica”.

 

Pero la jugada era clara: Tu protestas → Ellos fallan → Te pagan a ti → Y se sacan una foto.

 

Con tu dinero.
Sin explicarte nada.
Sin corregir nada.

 

Y mientras regalan miles en subvenciones…
A ti te prohíben trabajar.

 

Sí. Literal.

 

Si eres autónomo, albañil, técnico, pintor, fontanero o reformista…
No puedes trabajar en agosto.

 

Tú, que madrugas.
Tú, que sabes hacer lo que ellos no entienden.
Tú, que construyes sin firmar leyes.

 

No puedes trabajar.

 

Está prohibido.

 

No por salud.
No por seguridad.
No por planificación.
Por ruido.

 

Por molestar.

 

¿Y quién ha decidido eso?

 

Te lo dicen los mismos que reconocen en el pleno que no sabían lo que votaban.
Que firmaban sin entender.
Que aprobaban sin saber.
Y que hoy… Regula tu vida.

 

Te impiden abrir.
Te impiden aparcar.
Te impiden transformar.
Te impiden respirar.

 

Porque cada decisión que hoy te limita…
Fue tomada sin conocimiento.
Y sin consecuencias.

 

Pero tú sí las pagas.
Tú eres la consecuencia.
De la ignorancia.

 

Y cuando te quejas…
Te miran con cara de trámite.
Te remiten a un informe.
Te dicen que “se está estudiando”.

 

Pero el que estudia… Eres tú.
Para adaptarte.
Para sobrevivir.
Para cumplir.

 

Mientras ellos…
Aprenden a gobernar sobre tu espalda.

 

Tú madrugas.
Tú sudas.
Tú cotizas.
Tú montas la obra, abres el local, instalas el equipo.

 

No porque contamines.
No porque incumplas.
Sino porque molestas.

 

Molestas al turista.
Molestas al ruido ambiental.
Molestas a una norma que nadie sabe explicar.

 

Y quienes deciden esas normas…
Cobran 48.000 € al año.
Y reconocen en el pleno que no saben de urbanismo.

 

Tú trabajas sin parar.
Y ellos no paran
de firmar prohibiciones.

 

Tú ajustas el martillo.
Ellos aprietan el botón de la prohibición.

 

Porque no es una cuestión técnica.
Es una costumbre política:
parar al que trabaja,
para no incomodar al que veranea.

 

Y mientras tanto,
el que legisla sin saber,
el que regula sin comprender,
cobra.

 

Aunque tú no factures.

 

Vecino, escúchalo claro:

 

– No puedes trabajar.
– No puedes aparcar.
– No puedes vivir sin pedir permiso.
– No puedes cuestionar sin que te etiqueten.
– Pero sí puedes pagar.

 

Siempre puedes pagar.

 

Pagas el agua.
Pagas el «BASURAZO».
Pagas
el IBI.
Pagas la subvención.
Pagas el sueldo de los que no sabían/ni saben.
Pagas el silencio del que ahora se calla.

 

Y tú… Que sí sabes lo que haces… Estás bajo vigilancia.

 

Mientras ellos…
Aprenden a gobernar sobre tu espalda.

 

Ya perdiste la zona azul.
Perdiste la rotación.
Perdiste tu licencia.
Perdiste el control sobre tu local.
Sobre tu calle.
Sobre tu calendario.

 

Y aún sigues esperando que alguien venga a devolvértelo.

 

¿Qué más necesitas perder?

 

¿El derecho a trabajar todo agosto?
¿El espacio para vivir donde quieres?
¿El acceso libre a tu calle?
¿Tu capacidad de proyectar el año que viene?

 

Porque si no paras esto ahora…
Mañana ya no habrá “esto” que romper.

 

Solo ruina.
Y una ciudad tan oxidada…
Que ni recordará cómo se movía.
Calp no colapsó.
Fue cediendo.

 

Un derecho tras otro.
Un vecino tras otro.
Un silencio tras otro.

 

Vecino,

 

no se trata solo de lo que han hecho.
Se trata de lo que tú puedes hacer ahora.

 

Porque ya lo sabes.
Ya viste lo que no sabían.
Ya viviste lo que firmaron sin entender.
Ya sufriste las decisiones que llegaron sin plan.

 

Y ahora la pregunta no es si eres culpable.
La pregunta es si estás dispuesto a seguir esperando.

 

¿Vas a permitir que esto continúe?
¿Vas a normalizar que la ciudad que pagas sea la ciudad que te prohíbe?

 

Esto no va de política.
Va de ti.
De lo que vives.
De lo que has perdido sin darte cuenta.

 

Y todo eso no ha pasado por mala suerte.
Ha pasado porque quien debía planificar tu ciudad… no sabía lo que hacía.
Y nadie lo detuvo.
Y tú, hasta ahora, tampoco lo sabías.

 

Pero ahora sí.

 

Y cuando uno sabe,
ya no puede mirar igual su calle,
ni callar igual en su bar,
ni tragar igual su impuesto.

 

Así que no te pregunto si vas a pelear.
Ni si vas a escribir.
Ni si vas a votar distinto.

 

Si este texto te ha dolido,
si ha tocado algo que no sabías que seguía vivo,
entonces no estás solo.

 

Porque cada lunes,
alguien más recuerda.
Alguien más despierta.
Alguien más se levanta del mármol.

 

Y juntos,
aunque nadie lo diga aún…
ya somos legión.

 

Solo te pregunto esto:

 

¿Qué vas a hacer?
¿Por ti?
¿Por tu calle?
¿Por tus hijos?

 

Una vez leído, no podrá ser desleído.

 

Y hoy escribo por eso.

 

[Img #18606]

 

Francisco Ramón Perona García (@fran_rpg)
Jurista. Ciudadano. Incómodo.

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