Una conflicto bélico más
¿Y nos llamamos salvadores? ¿Salvadores de qué?
Escuchado en la radio esta mañana: "Palacio de Gadafi,
edificio derribado, los aliados comunican que era un punto neurálgico de mando."
Pronto las noticias a lo largo del día nos irán inundando de
información, información de guerra.
España de nuevo otra vez más sin que los ciudadanos ejerzamos
el derecho a elegir cual es nuestra opinión, nos la han vuelto a meter. Saben
bien que la mayoría de nosotros, simplemente no queremos guerras, pero… de
nuevo estamos de ahí.
En realidad me da igual quien da el visto bueno, si es la ONU, la OTAN, o la
madre que la parió, si es el Senado, las
Cortes, el Presidente de la nación vecina, o la del otro lado del Atlántico. En
realidad, permítanme la expresión me la trae floja quien sea el que da el visto
bueno a los políticos para meternos en berenjenales al que nadie nos ha
llamado. Ni antes ni ahora, ni Bush, ni Obama.
No me gustan las guerras.![[Img #2740]](http://benissadigital.com/upload/img/periodico/img_2740.jpg)
En una guerra no hay ganadores, todos son perdedores, y los únicos
beneficiados son los de siempre. Las grandes compañías de petróleo, las de
armas, y las que posteriormente destruido el país de turno, se hará con los
grandes contratos de reconstrucción.
La guerra no es más que un negocio, un sucio y oscuro
negocio vestido con palabras de políticos que hacen que las marionetas que
somos los ciudadanos, les apoyemos y les demos nuestro beneplácito a esta
barbarie.
Les invito a que vean las noticias televisivas, escuchen los
informativos radiofónicos, lean los
medios escritos, y verán con incredulidad,
a los grandes profesionales de la información, como se rompen las vestiduras
para hablar de que ahora sí, ahora esta guerra es diferente, y por esto es
posible participar de ella.
Díganme en serio cual es la diferencia de un muerto de antes
y un muerto de ahora, o pregunten a las miles de familias destrozadas por la
simple resolución de unos señores que jamás tocarán un arma en un campo de batalla, y que solo obedecen a las
directrices de las grandes compañías de las que ellos directamente o sus
familiares y amigos, son las que empujan a los gobiernos de turno a luchar por
(sic) la libertad.
Hoy tengo una sensación y es la que me produce todo esto que
está pasando: Asco
Asco de ver que da igual que en Burkina Fasa, como en miles
de pueblos africanos se pase hambre, o que ya nadie se acuerde de Haití, asco de ver como en
Japón con lo que acaba de ocurrir, no
hayan asociaciones en los pueblos que recojan ayuda para la población más
necesitada de ese país, asco de escuchar a los mismos de siempre pelearse por y
para sus intereses. Asco de la guerra.
Mientras tanto seguiremos escuchando, viendo o leyendo a los
profesionales teledirigidos, en las tertulias de turno, hablando de la precisión de los misiles, y hablando de
las bajas colaterales, perdón, de los muertos, personas destrozadas, asesinadas
por las armas utilizadas, eso sí, con las
nuevas tecnologías armamentísticas al servicio de los ejércitos salvadores de
las almas, desgraciadas almas que no piensan igual que ellos.
¿Y nos llamamos salvadores? ¿Salvadores de qué?
¡Que asco!
Escuchado en la radio esta mañana: "Palacio de Gadafi,
edificio derribado, los aliados comunican que era un punto neurálgico de mando."
Pronto las noticias a lo largo del día nos irán inundando de información, información de guerra.
España de nuevo otra vez más sin que los ciudadanos ejerzamos el derecho a elegir cual es nuestra opinión, nos la han vuelto a meter. Saben bien que la mayoría de nosotros, simplemente no queremos guerras, pero… de nuevo estamos de ahí.
En realidad me da igual quien da el visto bueno, si es la ONU, la OTAN, o la madre que la parió, si es el Senado, las Cortes, el Presidente de la nación vecina, o la del otro lado del Atlántico. En realidad, permítanme la expresión me la trae floja quien sea el que da el visto bueno a los políticos para meternos en berenjenales al que nadie nos ha llamado. Ni antes ni ahora, ni Bush, ni Obama.
No me gustan las guerras.
En una guerra no hay ganadores, todos son perdedores, y los únicos beneficiados son los de siempre. Las grandes compañías de petróleo, las de armas, y las que posteriormente destruido el país de turno, se hará con los grandes contratos de reconstrucción.
La guerra no es más que un negocio, un sucio y oscuro negocio vestido con palabras de políticos que hacen que las marionetas que somos los ciudadanos, les apoyemos y les demos nuestro beneplácito a esta barbarie.
Les invito a que vean las noticias televisivas, escuchen los informativos radiofónicos, lean los medios escritos, y verán con incredulidad, a los grandes profesionales de la información, como se rompen las vestiduras para hablar de que ahora sí, ahora esta guerra es diferente, y por esto es posible participar de ella.
Díganme en serio cual es la diferencia de un muerto de antes y un muerto de ahora, o pregunten a las miles de familias destrozadas por la simple resolución de unos señores que jamás tocarán un arma en un campo de batalla, y que solo obedecen a las directrices de las grandes compañías de las que ellos directamente o sus familiares y amigos, son las que empujan a los gobiernos de turno a luchar por (sic) la libertad.
Hoy tengo una sensación y es la que me produce todo esto que está pasando: Asco
Asco de ver que da igual que en Burkina Fasa, como en miles de pueblos africanos se pase hambre, o que ya nadie se acuerde de Haití, asco de ver como en Japón con lo que acaba de ocurrir, no hayan asociaciones en los pueblos que recojan ayuda para la población más necesitada de ese país, asco de escuchar a los mismos de siempre pelearse por y para sus intereses. Asco de la guerra.
Mientras tanto seguiremos escuchando, viendo o leyendo a los profesionales teledirigidos, en las tertulias de turno, hablando de la precisión de los misiles, y hablando de las bajas colaterales, perdón, de los muertos, personas destrozadas, asesinadas por las armas utilizadas, eso sí, con las nuevas tecnologías armamentísticas al servicio de los ejércitos salvadores de las almas, desgraciadas almas que no piensan igual que ellos.
¿Y nos llamamos salvadores? ¿Salvadores de qué?
¡Que asco!
modesto alvarez | Lunes, 21 de Marzo de 2011 a las 22:52:12 horas
Tu lo has dicho petróleo, este es el único interés, seguro que ya tienen repartido el pastel.
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